Como se echa de menos, las conversaciones con un amigo/a, al que poder contar todo lo que permanece oculto para el resto del mundo. Contar tus más profundos secretos, experiencias, fracasos emocionales, supone para mucha gente un ejercicio imposible de hacer, bien porque no encuentran la persona idónea, bien por su propia introversión. A veces repartimos tan tremenda tarea, tal vez una amiga es la encargada de recibir los daños emocionales, un amigo el encargado del baúl de los secretos inconfesables, un primo el que posee la llave del armario de las experiencias de la infancia. Alguna vez encontramos a una persona en la que volcar, o vomitar, toda nuestra vida interior. Gran carga sin duda, pero el que la suelta también deja parte de su vida en esa persona, deja parte de su alma. Tal vez por eso mucha gente, deja todo eso guardado en su interior, una vez abierto a alguien, tienen miedo de que ese alguien se lleve parte de su vida en experiencias contadas. Tan difícil...