Al día siguiente me propuse el ser observador del día a día de esta ciudad. Y a acabar algo que tenía pendiente. Con mi arma de asalto, mi ipad, bajo el brazo salí a buscar historias, inspiración…... Un músico recorría la calle, con un violín, tocando algo parecido a un pizzicato de una obra de Mozart, se acercaba a la gente, sonreía, unos acordes a su violín y de nuevo otra sonrisa. De un viandante a otro, iba con su música, lo extraño es que no se le veía solicitar nada, ¿una dádiva a su actuación? , no... seguía tocando y yo con más interés observándolo, tras un buen rato tocando, me di cuenta que lo único que pedía era una sonrisa y una mirada de atención. Jean, mi compañero y salvador-traductor, llego a recogerme y al preguntarle por el violinista, me contesto en su español básico: “ El violinista, es Marcel, un pensionista que piensa que ya que tiene la suerte de cobrar una pensión, dedica parte de su tiempo a ayudar a la gente haciéndola so...