Hace no mucho tiempo prometí a alguien, presionado por su cercana falta, que probaría otro tipo de narración, otro tipo de expresión, solo porque una vez me oyó recitar a Miguel Hernández. Resulta que en los años en que me formaba en el instituto (bueno y también me divertía, no resulta incompatible) me toco aprenderme la popular "nana de la cebolla" una de las estrofas se me quedo grabada en mi memoria cual lapa a una roca. Y la repetía canturreando mientras hacia ejercicios de mates y otras asignaturas. Todavia a veces la recito. La estrofa en si, era la siguiente: "Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma." Así que, con poca confianza ,en ser minimamente decente en la materia, sigo mi premisa de que en esta vida hay que intentar hacer sin miedo al fracaso aquello que nos propongamos. Mi entrada de hoy iba a ser narrativa, pero sobre el mismo tema que iba a...