Las mañanas se hacían cortas, y las noches eternas, solía sentarse frente a la litografía de “la mujer mirando por la ventana”. Simplemente le recordaba que el mundo estaba, allí, fuera, esperando a que lo mirase, esperando a que lo oliera, a que lo descubriera. Por lo que se , Melisa, se dedicaba a escribir cartas a las personas que conocía , cartas que no enviaba, cartas que guardaba ,como los sueños que tenia y que guardaba para si. Las decisiones en su vida eran una carta mas, que se escribía a si misma, en la que se contaba y aconsejaba que hacer, que camino tomar. Melisa hace mucho tiempo que se dio cuenta que, en el instante que tiras una moneda al aire, para tomar una decisión, sabes que cara quieres que salga y aplicando ese dogma, creaba su camino. Las cartas de Melisa guardaban sus secretos, lo que pensaba de la gente, lo que le gustaría escuchar, lo que le gustaría decir, eran todo su mundo y como tal , desapareció junto con ella. Tal vez fuera la ...