Hace no mucho tiempo, como en los cuentos, encontré esa inspiración que nunca pensé que existiera, pude ver, que lo que todos los días hacia, tenía un porque, todo tenía un sentido. Todo era más fácil, todo con una sonrisa. Resulta que lo que pensamos que es para siempre, un buen día se acaba, y la eternidad irracional o tal vez inconsciente que pensamos que tienen las cosas y por ende nuestra vida, se acaba, sin más, y nos toca aceptarlo. La primera vez que me percate del tema, tal vez fue la falta de mi abuelo, provoco ese punto de inflexión en mi vida, ese punto que descoloco mis sentidos, a los que siempre fui fiel. Perdí la sonrisa, perdí mi inspiración, perdí parte de mí, mi abuelo se llevó parte de mí. De nuevo me ocurrio, perdí la sonrisa, perdí mi inspiración, perdí parte de mí que no voy a recuperar. Otra persona se llevo ese trozo de mí, y mi inspiración, como no podía ser menos, se rompió. Otro trozo que no volveré a encontrar. Al final, supongo, es un cicl...