Hay veces, en que las
situaciones, te dejan ese hueco de tiempo suficiente, para que tu cerebro
revise, cual procesador, y de la alerta de problema en el software de salida de
audio, o sea en las palabras. Pero a veces no ocurre eso y es cuando se te
ocurre dar consejos.
El que algunas
personas, te requieran para consultar sobre lo que deben o no decidir en su
siguiente paso, resulta halagador a la vez que problemático.
Normalmente la
experiencia es un grado o eso dicen, lo malo de la experiencia es que suele
servir para una vez y para una situación concreta .El grado de aplicación de
esta, suele hacerse por comparación intuitiva y sin esa experiencia previa es difícil
de hacerlo. El porque de la explicación es sencillo.
Cuando la gente me
pide consejo suelo darlo de formas que puedan aplicarlo
¿Y eso como es? Pues simplemente enseñar como
utilizar y como generar sus propios consejos para que mi posible equivocación no
les influya.
Hacer esto es como
enseñar a pensar, lo mismo que intentas
con tus hijos, por ejemplo, en enseñarles a que reconozcan un peligro, para que
lo eviten y no estar siempre encima de ellos sobreprotegiéndolos.
Hasta aquí parece
todo coherente y racional, hasta que una frase o una palabra hace que salte ese
resorte en tu cerebro, ¿como? ¿Que dices que has hecho?
Te das cuenta que el
consejo o el aprendizaje ha llevado a la otra persona a superar lo esperado, a
que el aprendiz supere al maestro antes de tiempo, a que te asuste lo
conseguido ¿De verdad he transformado a esta persona? ¿Estará bien lo que he
hecho? Y antes de que la gente piense mal, no, no he enseñado a Rajoy a nada,
eso lo hace el solito.
Ahora en serio, dar
consejos cuando te los piden es algo que solemos hacer, al igual que influir en
las personas a las que los damos, aunque no queramos.
No se si estará bien
o mal pero al darte cuenta la influencia que realmente provocas en la gente, a
veces no paro de preguntarme si habré creado un monstruo eso si en positivo,…
siempre en positivo.
Me temo que la salida de ese monstruo será, ya, una consecuencia de superar los 40. Ah, la deriva hacia Rajoy, me ha encantado.
ResponderEliminar