Es difícil encontrar a gente que comparta una visión parecida, con la que ser capaz de conectar y seguir un guión mental, difícil de explicar sino se vive. En muchas culturas se encuentran parábolas, historias, relatos, como queramos llamarlo, que visualizan esa visión, ese pensamiento conectado, esa visión vital y necesaria.
Ver como interaccionan dos niñ@s pequeñ@s , suele ser divertido, a veces conmovedor, pero si nos paramos, y le damos mayor profundidad a esa visión, también es vitalmente revelador. Ismael y Daniel se sentaron juntos…., perdón es más exacto decir, fueron sentados juntos en el suelo del aula de una guardería. Era la primera vez que se veían, era la primera vez de cualquier experiencia compartida y ante esa situación, y ante la ausencia de cualquier perjuicio adquirido (benditos 2 años), surgió un vínculo del que no pude, sino contemplar y ahora relatar. Ismael y Daniel cogieron juguetes que tenían a su alrededor, fueron disponiendo un coche, unos soldados, un avión, unas piezas de construcción. Hasta aquí todo dentro de lo habitual, en realidad lo que me llamó la atención, fue la conexión, cada juguete colocado era respetado en su posición y forma, de manera casi reverencial por el otro, y tras ese gesto era completado. Cada juguete parecía tener un lugar marcado, como si estuviera planificado en alguna reunión anterior, delante de un power point y algunos cafés. Pero no, era su primera visión conjunta, su primer juego juntos y en ese estatus compartido, en ese lugar apartado de la madurez y los estándares de comportamiento adulto, había surgido la confianza, el respeto, la construcción social, la visión compartida.
Tal vez, a veces solo necesitamos despojarnos de lo aprendido para volver a sentir y a conectar con los demás, tal vez la cuestión sea desnudarnos de perjuicios y experiencias previas. Tal vez, esos dos niños me enseñaron más de lo que yo aprenderé en mucho tiempo.
Fascinante tu entrada de otro planeta de otra vida con palabras tan amadas
ResponderEliminarte felicito