Hoy me levante como un día cualquiera, me ponía un café, me afeitaba, con las prisas normales de una jornada laboral.
Hoy como un día cualquiera llegue al trabajo, comencé a atender a la gente y entré en la autoría de mi profesión.
Hoy, si no es porque entró Mercedes a mi establecimiento, hubiera sido todo más o menos igual que todos los días (dentro de lo igual que es atender a dos personas distintas).
Mercedes es una mujer de 78 años que entro en silla de ruedas con un brazo en cabestrillo, su hijo me indicó si podía comprobarle la graduación, estaba operada de cataratas hacia unos meses.
Me dispuse como siempre a graduar, haciendo por supuesto una anamnesis preliminar. Cuando comencé a hablar con ella, me di cuenta que era una persona con dotes de palabra y gran cultura, el interrogatorio me llevo a preguntarle por su trabajo en los últimos años, su respuesta “funcionaria del estado”, para más datos abogada del estado, en tono distendido le comente:
“habrá usted sido de las que abrió camino en España”
Como si hubiera tocado algún interruptor su cara reflejo una sonrisa y me respondió:
“En 1952 entre en la facultad de derecho y éramos 2 mujeres, lo peor no era el trato de otros estudiante era el desprecio de algunos catedráticos, nos lo hicieron pasar mal”
En el rostro de Mercedes continuaba esa sonrisa que reflejaba que no había resentimiento, había un reflejo de satisfacción, de un “no pudisteis conmigo”.
La conversación siguió por derroteros más banales, mientras le tomaba la graduación.
Cuando me despedí de ella, dándole la mano me pareció una leyenda, una heroína, la verdad es que no se como definirlo. Una luchadora, que en su vejez demuestra que todas las personas podemos lograr lo que queremos.
Gracias Mercedes , no te conozco...pero soy mujer...ojalá que mi caracter fuera fuerte y con fuerza como el suyo ...admiro la persev erancia de esas mujeres que no tienen miedo y luchan por un sitio en la vida...su propia vida es ya un legado para todas nosotras..Un beso M.José
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