Ir al contenido principal

Cuando encontré a Marina


Es frecuente encontrar a gente, con la que puedes sonreír, también es común encontrarte a gente, con la que compartir una risa abierta. Somos tantos en el mundo, que a veces parece fácil, y más aún, si sueles ir con una “sonrisa de presentación” allá por donde vas.

Podría comentar mucho acerca de las diferentes sonrisas y risas que uno ha vivido, pero parecería un pesado trabajo de fin de Master de Sociología o Psicología,  acerca del comportamiento y la sonrisa. Cosa que espero no hacer, simplemente por no considerarme adecuadamente preparado. Vayamos mejor al tema en cuestión.

Marina es una chica, bueno una mujer, (cumplir años te hace ver a todo el mundo muy joven) de esas personas que te sonríen con la mirada , si has leído bien, “con la mirada”. Mi hijo seguramente me preguntaría, ¿cómo se ve una sonrisa en la mirada papa?, y yo le respondería muy solemnemente “Eso se ve, uno simplemente lo sabe”, aunque no sabría cómo explicárselo, simplemente intentaría sonreírle con la mirada. Continuemos, la primera vez que vi a Marina, no le preste especial atención, era una más de los alumnos del curso de formación que impartía, y como en estos casos, intento ir poco a poco conociendo como interaccionan  los alumnos en estas formaciones, con lo que pierdo al principio, otras visiones que me harían ser menos objetivo en el desarrollo del curso. Tras el curso, mantuve una agradable conversación con diferentes alumnos a modo de “feedback”, en ese instante llego Marina, y de repente sonrió con la mirada. Todos los que estábamos en ese grupo, de una u otra forma, nos dimos cuenta de eso, y de repente se produjo un efecto de relajación y de contagio de esa sonrisa. Ese “virus” que Marina dejo escapar había conseguido contagiar el estado anímico de un grupo. Wow!!. Alguien dejo escapar un, “ha llegado Marina”, ese comportamiento ya era reconocido por todos desde hacía tiempo, y de manera increíble influía en todos.

Tras unos días de curso y de trato continuo, junto con un pequeño grupo, se podía observar cómo se trataban diferentes temas con una asombrosa facilidad, “franqueza” si lo queréis ver de otra forma, y la facilitadora era ella “con su mirada”. Observando la situación, solo me venían a la cabeza, las personas que consiguen hacer ese efecto, como Marina, en los lugares donde viven y trabajan y como influencian el comportamiento, la tranquilidad o la “relajación”, del grupo.

Hace unas semanas Marina, se me acerco, la vi con un cierto “temor”(tal vez “corte”),y me dijo ,con voz más tímida de lo habitual, si me podía comentar una cosa. “Por supuesto” le aseveré.
“Veras…., David sabes que sonríes con la mirada?”.

Esbocé una sonrisa, con la boca y supongo que también lo hice con la mirada.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ismael y Daniel la visión compartida

Es difícil encontrar a gente que comparta una visión parecida, con la que ser capaz de conectar y seguir un guión mental, difícil de explicar sino se vive. En muchas culturas se encuentran parábolas, historias, relatos, como queramos llamarlo, que visualizan esa visión, ese pensamiento conectado, esa visión vital y necesaria.  Ver como interaccionan dos niñ@s pequeñ@s , suele ser divertido, a veces conmovedor, pero si nos paramos, y le damos mayor profundidad a esa visión, también es vitalmente revelador. Ismael y Daniel se sentaron juntos…., perdón es más exacto decir, fueron sentados juntos en el suelo del aula de una guardería. Era la primera vez que se veían, era la primera vez de cualquier experiencia compartida y ante esa situación, y ante la ausencia de cualquier perjuicio adquirido (benditos 2 años), surgió un vínculo del que no pude, sino contemplar y ahora relatar. Ismael y Daniel cogieron juguetes que tenían a su alrededor, fueron disponiendo un coche, unos soldad...

La decisión de Nadine

Entre muchas otras Nadine resaltaba por su fuerza realizadora. Como si fuera un ciclón arrollaba los proyectos, poniendo toda su fuerza creadora, en las relaciones y en su vida ese ciclón también se ponía en marcha. Hace no mucho que conocí a Nadine y como en otras ocasiones, las casualidades y recovecos del destino, consiguen ayudarte a descubrir a personas increíbles. No era por trabajo, (aunque en una pequeña parte si he de reconocerlo), pero cuando Nadine entro en mi círculo de confianza lo hizo de una manera temerosa, abriéndose poco a poco, teníamos conversaciones cortas, concisas con mensajes breves solicitando respuestas, algo que evidentemente no tenía. Poco a poco, pasado un tiempo, Nadine fue abriendo su vida a través de las conversaciones que manteníamos, cada vez era más fácil hablar y llegar a aquellos temas que realmente le preocupaban, peor esos temas a su vez creció en complejidad.  Nadine se daba cuenta que tenía muchas decisiones que tomar, en cad...

Anabela o Carlos, tal vez fuera Anais y el cuento de las emociones.

  Foto de  Cleyder Duque  en  Pexels Tengo que confesar que no soy bueno recordando nombres, normalmente intento hacer un gran esfuerzo, por grabar ese nombre de la persona que me presentan o conozco en mi mente, pero como si no fuera con ella, mi mente prefiere centrarse en otras cosas de las personas que pasan por mi vida. Si que recuerdo cada persona que conozco (si exceptuamos su nombre) los nombres son importantes, pero más lo son y más nos diferencian las huellas emocionales que dejamos, esas si son únicas. Pues resulta que para esto mi mente si que quiere guardar que emociones compartí con cada persona, y como dejo una huella en cada parte de lo que soy. Hoy tras unas horas de trabajo, en un “break” de esos que la mente te pide, me descubrí hablando desde mis emociones de adolescente, de como era esa vida para mi. Seguramente Carlos y Anabela no se esperaban una conversación de ese tipo, pero Carlos, despojándose de su rudeza, tomo una postura relajada, se s...