En una escalera ,se
pueden fraguar grandes historias, historias de las que con las pinceladas
adecuadas se pueden sacar grandes novelas.
Gabriel, un compañero de entrenamiento, me contaba que tenía una vecina, Afrodita por llamarla de alguna forma, impresionante vecina, en cuanto a belleza, e inteligencia, evidentemente Gabriel estaba interesado en ella, pero a parte de unos "buenos días" puntuales, no había logrado conectar más frases con la susodicha vecina. Gabriel comentaba que de vez en cuando ,sí que veía que el vecino del 4º hablaba con ella y ella sonreía y gastaba bromas con él.
"Maldito
bastardo, ese Vulcano desastrado cincuentón", así lo llamaba Gabriel
"consigue lo que yo no puedo."
Visitar a un amigo, como he dicho antes , se puede convertir en una odisea digna del disfrute de un sátiro, rodeado de vino y fruta en la fiesta de Baco.
Una tarde, que
volvíamos del entreno, subimos a su casa con dos compañeros más, a tomar el
brebaje que nos diera la hidratación correspondiente, al desgaste físico
realizado, cuanta palabra para justificar una cerveza, que por cierto aporta
hidratos y ácido fólico. Pues eso, a casa de Gabriel, a por " birras". Conforme subíamos por las escaleras se hizo un silencio sepulcral ,Afrodita
bajaba las escaleras y el tiempo parecía ralentizarse mientras Afrodita, movía su melena
castaña para girarse hacia nosotros y decirnos "un buenas tardes". Bueno sin exagerar
que parece una película, solo babeábamos y todos contuvimos el aliento
para soltar un "buenas tardes" casi imperceptible.
Continuamos a casa de Gabriel, con la intención de seguir hablando de Afrodita, pero Gabriel cortó el
tema rápido, así que lo dejamos estar. Poco a poco, comenzó la retirada tras la
cerveza, y me quede el último en la puerta de casa de Gabriel. Vulcano el
vecino del 4º, bajo las escaleras y se dirigió a las puertas del Olimpo, o sea, a
casa de Afrodita, busco en sus bolsillos y saco una llave con la que abrió la
puerta. Gabriel y yo estupefactos, nos mirábamos, mientras Vulcano cerraba la
puerta. Un buen rato permanecimos hablando en la puerta, intentando al tiempo escuchar, si se podía, algo de la puerta de la vecina, pero pasaban los minutos y nada.
Al final opte por
irme ,con la curiosidad en su grado máximo, pasaron unos días en los que olvide
el tema, hasta que Gabriel a la semana de lo ocurrido me llamo.
"David vente a
tomar una cerveza a mi casa"
La oferta no la
rechace, evidentemente, así que a casa de Gabriel fuí.
Conforme llegue
comenzó una avalancha de frases ,en las que entendí lo que las unía, algo así
como "que cabrón el Vulcano del 4º". Cuando conseguí hacerle parar, todo empezó a
tener sentido:
"David, he estado vigilando las idas y venidas de Vulcano a casa de Afrodita, sabes que a veces se tira horas y hasta bastante tarde, y ayer mismo serían las 11 de la noche comencé a oír golpes ya sabes como, bueno ya sabes rítmicos...
Pues eso y la mujer
de Vulcano sin saberlo o ignorándolo ,yo que se,....."
Sólo se me ocurrió
decir: "Un tío con
suerte ese Vulcano"
Continuo la
conversación durante un buen rato hasta que se hizo la hora de irme, me despedí
y baje las escaleras pensando en lo afectado que estaba Gabriel.
Llegue al rellano y
vi a una señora intentando levantar una pequeña mesita, por supuesto la ayude, y
empezó a contarme que era de su sobrina, que vivía en el edificio un piso más
abajo que ella y su marido, y que le estaban ayudando a decorar su casa, ya que
su marido era un manitas con el martillo en mano.
"Vaya!!!! ,
Vulcano si que usaba el martillo, pero no como pensaba Gabriel"
Estuve tentado de
subir a explicárselo todo a Gabriel ,pero pensé en el pobre Vulcano y en su
momento de ser envidiado por el mundo, así que me fui con una sonrisa, pensando
lo que las apariencias pueden llegar a contar.
Emcionante hasta el final, que, como era de esperar, ni era el previsto, ni ninguno podría ser mejor. Un abrazo-e.
ResponderEliminargracias como siempre :) un abrazo
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