Muchas veces lo digo y por muchas veces que lo repita, sigo sorprendiéndome de
la gran habilidad ,que como seres humanos , tenemos para ser constantes resilientes y creativos, aunque la situación sea adversa.
Ahora en verano es frecuente ver a la gente en el borde de la playa
jugando con la arena, digo “gente” por generalizar, ya que no solo los niños lo
hacen. Así que, como en las obras reales, tenemos a pie de playa todos los
elementos de una construcción, el obrero (niño/a de turno), el jefe de obra
(padre/madre), y el publico a pie de obra (aquí suele coincidir, con la imagen de
un anciano observador, aunque suele haber otros). En ocasiones, lo que empieza
siendo un juego sin más, donde la creatividad del niño/a y su imaginación
deberían ser las fortalezas de la construcción, acaba con la intervención del “jefe
de obra” u otros observadores, para “mejorar” la construcción, dejando de observador
al principal protagonista de la construcción inicial. Intervencionismo? , “educación
prusiana”, presión por el trabajo eficiente?, la verdad es que la sociedad nos
ha obligado a pensar, que nuestros vástagos tienen que ser mejores en todo,
superar a todos, pero ese todo es material, nadie se preocupa del crecimiento
moral o emocional del menor, dejando que construya un simple castillo a su
manera podemos observar mucho de cómo aprenden y mejoran, y ver de otra forma,
que no todo el aprendizaje es como creemos que es.
Miguel y Noelia son dos amigos, simplemente pasando un día de playa. Desde
la sombrilla bajo la que estaba escribiendo, me percate de que los dos, armados
con cubo y pala, hablaban con sus mayores para ir cerca de la orilla, a
construir un castillo de arena. Había algo en ellos que me llamo la atención, intervenían
coordinadamente para dar todo tipo de explicaciones que convencieran a los
mayores de su nueva situación, parecía una presentación propia de una pareja de
abogados frente al jurado. Tras unos minutos sonrieron y con la aprobación de
los adultos, comenzaron camino hacia la ubicación conseguida. Una vez allí
comenzaron a construir algo similar a una montaña de arena, seguían coordinándose
como trabajadores veteranos, dándose instrucciones mutuas, resolviendo
problemas en el amontonamiento y sujeción de la arena. La situación cercana al
agua, hacia que la construcción tuviera problemas de estabilidad, los dos se
pararon de pie mirando la construcción, (yo en alguna ocasión, con la fascinación
del adulto que cree que todo lo sabe resolver, tuve la tentación de acercarme a
ayudarlos, reprimiendo mi tentación, preferí levantarme y acercarme a la orilla
a observar y oír lo que trataban). Como decía, se encontraban de pie frente a
la construcción, y su conversación trataba de cómo lograr que el castillo
aguantara, propusieron varias formas que iban probando, y que el agua
finalmente hacia caer, ante cada fracaso, Miguel y Noelia miraban la situación,
analizando y de nuevo intercambiando ideas, tras bastante tiempo de “juego”,
los adultos llamaron a Miguel y Noelia, recogieron sus instrumentos de juego y
corriendo regresaron.
Recapacitando sobre el juego, había visto como se trabaja en equipo, como
se resuelven problemas, se implementan soluciones, aparece un “brainstorming” para
el proyecto, y sobre todo constancia y resiliencia, todo esto es lo que en el
mundo adulto se necesita, no?, y con el juego sin intervención de adultos se
habían planteado todas estas situaciones. Mi abuelo solía decir obviedades, pero
no por ello dejaban de ser ciertas, “Los niños, no son tontos, son niños”.
Tal
vez lo único que nos dice esto, es que el punto de vista de un adulto esta
contaminado de demasiadas experiencias, que tapan a otras igual de importantes,
tal vez intentamos en ese afán de evitar males , privar de experiencias
negativas como la frustración al o la menor , pero de todas se sale fortalecido,
igual solo deberíamos observar los juegos e intervenir al final (feedback),
para preguntar si lo pasaron bien y que hicieron, o incluso mejor, ponernos en
modo niño/a, quitarnos el abrigo de adulto y dejarnos ese bañador de recuerdos
con el que jugábamos sin complejos en la playa, jugando con ellos ,
compartiendo descubrimientos como si fueran nuevos realizando ideas locas,
simplemente porque salgan de un consenso, os dejo que penséis mil más, que
seguro encontráis, yo voy a ponerme mi modo niño y escribir un cuento para la próxima
entrada , disfrutad del verano….
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