Daniel como cada día antes de ir a trabajar, se acercaba a
la cafetería donde ya era un habitual .Paco, tras el mostrador, lo llevaba
viendo unos 20 años y viviendo la misma
imagen siempre. Daniel entraba con un “buenos días”, ligeramente cabizbajo, se
sentaba cerca de la esquina de la barra junto a la ventana. Paco le acercaba el
café con leche, largo de café, sin el sobre de azúcar. Daniel con un "gracias" cogía
la taza todavía humeante y comenzaba a tomar el café a pequeños sorbos.
Al cabo de unos segundos de empezar a saborear el café, miraba
a través de la ventana .Enfrente se encontraba una mercería vieja seguramente tendría
mas de 50 años .Paco siempre miraba de reojo,por ver si conseguía ver lo que
miraba Daniel, pero en 20 años no hubo forma. Solo tenía claro que en cierto
momento, cuando el sol comenzaba a dar en la cristalera de la mercería cerrada , Daniel comenzaba a mostrar una sonrisa, su
mirada se iluminaba y parecía que era otra persona. Durante unos 10 o 15 min
mientras tomaba el café y miraba tras la ventana, muchos de los habituales de
la cafetería lo veían sorprendidos de la sonrisa de alegría que radiaba.
Algunos le comentaban a Paco si al café le ponía algo más que el café.
”Échame una chorradita de eso Paco”, le solía decir Sebastián
que tenía un taller junto a la cafetería.
Daniel falta desde hace unos días a su cita con el café,
y Paco intenta saber el porqué, pregunta a unos y a otros de los habituales si saben porque, pero nadie parecía conocer a
Daniel mas allá de un buenos días. Tras unos días de frustración por no
descubrir el motivo. Sebastián entro en la cafetería con semblante serio.
Daniel murió hace una semana, tenía 64 años, y durante
los últimos 20 años venia desde su casa a unos 40 km a tomar un café.
Paco sorprendido por lo que le decía Sebastián, comento
” Venia de 40 km aquí?, el café le salía a 20 euros por
lo menos“.
No sonrió a pesar
de que el comentario intentaba quitar seriedad al asunto.
Sebastián, mediante un cliente se entero, que la mujer de
Daniel murió hace unos 20 años y desde entonces el venia, donde decía que sonrió
con ella la ultima vez. Su recuerdo frente a la cristalera de la mercería ,era su café diario, su sonrisa
diaria, su pequeño oasis de felicidad. Daniel recordaba a su mujer a través de
esa ventana. Tenía ese pequeño momento en su retina cada día, tenía esa sonrisa
para comenzar cada día.
Me has emocionado, David. Preciosa historia
ResponderEliminarmuchas gracias como siempre Un abrazo
EliminarCon tu permiso lo he reblogueado: http://bit.ly/133Dz2o
ResponderEliminarUn abrazo y feliz pre - navidad
no lo necesitas . Un placer que lo hagas.
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