Nunca es plato de buen gusto la despedida de un ser querido,
nunca es un consuelo todo lo bueno que se diga de alguien, pero en algunas
ocasiones las palabras descubren que esa persona disfruto su vida como nadie,
la vivió como todos querríamos hacerla, y dejo una riqueza que nunca se
gastara, el agradecimiento de todos a los que ayudo, de todos a los que sonrió,
de todos a los que aconsejo.
Poco o nada conocía a esa persona, pero a través de todos
los que hablaron de ella, recordándola, en su día a día, en sus anécdotas, en
sus actos, perfectamente podría decir que si la conocí. Dejo seguramente muchas
sonrisas, amigos y algún enemigo, es inherente al ser humano. Pero lo que dejo
tras su muerte, es lo único que dejamos como un gran tesoro, un gran recuerdo
en los que la conocieron, un recuerdo que durará en sus vidas. Seguir viva en
todos ellos, a través de lo que hacen dia a día. Sólo nos queda eso al morir,
por suerte o desgracia, nuestro recuerdo en los demás.
Tras el entierro, me he dedicado tiempo para hablar con
mis hijos, para ver a algún amigo, para intentar no dejar un minuto sin aprovechar,
pero me he dado cuenta que no hace falta estresarse tanto. Sólo necesito vivir
y en el día a día hacer lo que creo que está bien, compartir mis risas y mis llantos,
disfrutar de lo que me gusta y recordarme todos los días, todo lo que todavía
me gustaría hacer.
Se acercan las Navidades, para muchos unas fechas mas que esperadas,
para mi unas fechas que espero que pasen lo antes posible. Este año intentare
no "correr" para que pasen, las acompañare "andando" para
ver qué pasa.
Eso es, David, estoy contigo ... "andando, a ver que pasa".
ResponderEliminarUn abrazo.
Caminemos pues, un abrazo enorme
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