Veréis, cuando a
veces me pongo en plan bipolar tengo la mala costumbre de hablarme a mi mismo,
sana costumbre según algunos profesionales de la salud mental.
El problema no reside
en ese desdoblamiento personal de toma de decisiones, sino en el sentido de que
una parte siempre apoya a la otra en cualquier decisión y eso al fin y al cabo
es negativo. Porque , ¿Si no hay debate?
Es como en unas
elecciones que no pasa nada diferente, o por el contrario si que pasa porque no
hay nadie que te diga lo negativo o siquiera otro punto de vista.
Ser bipolar a ratos, tiene sus ventajas, no te aburres,
ya que hablas contigo mismo, no te peleas contigo mismo, ejm... y llegas al punto de creerte de que te
convences de todo con tus fantásticos argumentos, cosa que te aumenta la
autoestima.
La bipolaridad fuera de lo que es una patología,
es una forma de sacar lo que finalmente somos, de sacar la parte que retenemos
socialmente porque no este bien vista o porque tengamos miedos de reconocer lo
que somos.
Así que los ejercicios que os propongo son
simples, hablar de vez en cuando con vosotros y preguntaros que queréis y que
soñáis, ser sinceros con vosotros porque al final sabéis que no os podéis
engañar a vosotros mismos, aunque lo intentéis.
... Y si después de hacer esos ejercics tenemos la suerte de tener cerca personas valiosas para nosotros con las que compartir, todo o parte de lo que decidamos, de contrastarlo, de que nos aporten claridad, en definitiva de colaborar en el crecimiento compartido, que más se puede pedir,a veces esas personas estuvieron siempre contigo y otras veces aparecieron, sin saber por qué, lo que sabes es que te aportan mucha tranquilidad y una mirada serena. Y eso no se puede pagar con dinero. Claro está comparitr es una opción, al principio se puede tener la tentación de sentir que pierdes intimidad pero al poco compruebas que te aporta riqueza en muchas dimensiones ( también es una propuesta que complementa a la de David)Anónimo
ResponderEliminarEso que ves tan claro, amigo David, no siempre lo ve tan claro todo el mundo. Hay quien se engaña toda la vida y, curiosamente, vive feliz. Ya sabes, si no piensas, no sufres. Qué pena.
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